Existen muchísimas fobias desconocidas para las personas que no las padecen. A continuación te hablamos del miedo a la velocidad y a los vehículos. Te contamos cuáles son sus características principales y te damos algunos consejos y recomendaciones de los expertos para superar estos problemas.
Qué es el miedo a la velocidad
El miedo a la velocidad se denomina clínicamente tacofobia. Se trata de un miedo injustificado e imposible de controlar en las personas que lo padecen que se presenta en condiciones de velocidad, como por ejemplo cuando estas personas suben a algún medio de transporte capaz de alcanzar altas velocidades, o cuando son sometidas a algún tipo de movilización. Las personas que tienen este problema experimentan una gran fobia a las velocidades altas, con lo que se trata de un miedo irracional que aparece al exponerse estas personas a todo tipo de altas velocidades (vehículos, montañas rusas, etc.) En la mayoría de casos, las personas que tienen este problema no quieren subir a coches, metros u otros medios de transporte, y se niegan a visitar los parques de atracciones.
Cómo superar el miedo a la velocidad
Para superar el miedo a la velocidad existen diferentes tipos de tratamientos a nivel psicológico, aunque casi todos provienen de los modelos de la psicología cognitivo conductual. El tratamiento más eficaz es, según los expertos, la exposición de forma progresiva, gradual y programada a estímulos que tengan que ver con la velocidad. De esta manera, poco a poco se van estimulando diferentes cambios en las personas con estos problemas, consiguiendo cambiar sus expectativas y sus reacciones a partir de la habituación y de la extinción de conductas negativas.
En cuanto a la exposición, ésta puede realizarse mediante vídeos con escenas a altas velocidades o hasta utilizando la imaginación con diferentes técnicas como la relajación muscular o la respiración diafragmática. Este tipo de tratamientos se utilizan para estimular el sistema nervioso a nivel parasimpático, con lo que se consigue un mayor estado de relajación. De esta manera, se pueden plantear también diferentes escenas, avanzando desde escenas que no producen terror, como por ejemplo el entrar en el garaje, hasta otras que pueden resultar complicadas para las personas con estos problemas, como podría ser la entrada en una autovía.
Además, según los expertos también es fundamental el aplicar estrategias de reestructuración cognitiva especialmente preparadas para la detección de pensamientos irracionales relacionados con la velocidad, para cambiar del miedo a otros pensamientos mucho más objetivos.
Qué es el miedo a los vehículos
Por otro lado, encontramos un miedo bastante relacionado con el anterior, que es el miedo a los vehículos, también conocido clínicamente como ocofobia. Se trata de un miedo totalmente irracional, y las personas que lo padecen experimentan miedo, nervios o pánico al subirse o al ver aproximarse un vehículo. Esta fobia está también relacionada con la tacofobia o el miedo a la velocidad, pero también con otras fobias como la domofobia, que es el miedo a cruzar la calle, y la amaxofobia, que es el miedo a conducir un vehículo. Según los expertos, las personas que tienen esta fobia sienten miedo al subir a un vehículo porque creen que van a tener un accidente, y por tanto, en cuanto sienten un poco de velocidad se alarman, se estresan y son presa del pánico irracional.
Cómo superar el miedo a los vehículos
Para superar el miedo a los vehículos se debe acudir a los profesionales, ya que actualmente existen diferentes tipos de tratamiento que se adaptarán a la gravedad de cada situación. Para superar el miedo a los vehículos es importante realizar un tratamiento profesional y también incluir terapias de acompañamiento. Este tipo de problema puede tratarse con terapias psicológicas, con terapias de programación neuro lingüística y también con diferentes tipos de coaching, como el ontológico.
Para algunos expertos la mejor opción es enfrentarse al miedo empezando a conducir poco a poco o exponiéndose de forma progresiva a situaciones de estrés relacionadas con vehículos (como el coger el metro o el tren).
Del mismo modo, los profesionales evidencian que si el miedo es pequeño y no resulta muy complicado gestionarlo es importante no evitar las situaciones que nos suponen un poco de ansiedad, porque de esta manera podría agravarse la situación al empezar a incluir renuncias para evitar la ansiedad, y esto afectaría negativamente a las rutinas diarias de cualquier persona (por ejemplo, a la hora de ir a trabajar o de realizar cualquier tipo de viaje o de rutina de movilidad), disminuyendo su calidad de vida.